El fin y el principio: Reflexiones sobre el apocalipsis en la literatura especulativa contemporánea


Valerie H.



Apocalypse is the single most powerful metaphor that the contemporary environmental imagination has at its disposal.
—Lawrence Buell, The Enviromental Imagination.


La ciencia ficción ha sido durante mucho tiempo un medio poderoso en el que explorar los límites de la imaginación humana y reflexionar sobre los desafíos y posibilidades del futuro. Dentro de este género, el concepto del apocalipsis ha emergido como un tema recurrente que ha capturado la atención de autores y lectores por igual. El apocalipsis, con su aura de desolación y transformación radical, nos proporciona un abanico narrativo extenso que permite a los escritores abordar una variedad de temas universales y contemporáneos.

El término "apocalipsis" proviene del griego ἀποκάλυψις (apokálypsis), que significa "revelación" o "descubrimiento". En el contexto religioso, se refiere a un tipo de literatura apocalíptica que presenta visiones o revelaciones sobre eventos futuros, el fin del mundo, el juicio divino y la salvación. A lo largo de la historia, la idea del apocalipsis ha sido reinterpretada y adaptada en la ciencia ficción para reflejar las preocupaciones y ansiedades de la sociedad moderna.

De acuerdo a Skult (2019), el concepto del apocalipsis en la literatura tiene varias fases históricas: la primera es la fase mítica y religiosa, que termina con la transición del tiempo circular al lineal. La segunda fase coincide con el surgimiento de la modernidad y la aparición del tiempo lineal, dando lugar al género distópico y al nacimiento de la ciencia ficción. Durante esta etapa se escriben las primeras obras de ficción postapocalíptica secular, como El último hombre (1826) de Shelley e Inglaterra Salvaje (1885) de Jefferies. La tercera fase, marcada por la era nuclear y la Guerra Fría, ve el surgimiento de la ficción postapocalíptica contemporánea, que critica tanto los pensamientos modernos como posmodernos.

El paso del apocalipsis tradicional al moderno se debe, según War (2011), a que el enfoque contemporáneo es secular, reflejando los aspectos demoníacos del apocalipsis bíblico en términos seculares. La imaginación secular retrata un apocalipsis de desesperación, sin esperanza de renovación ni un futuro prometedor para la humanidad, producto del avance industrial de la sociedad y las preocupaciones por la velocidad de su expansión.

Uno de los aspectos más relevantes del apocalipsis en la ciencia ficción es su capacidad para explorar la condición humana en situaciones extremas. Las narrativas apocalípticas nos llevan a mundos desolados y devastados, donde los personajes se ven obligados a confrontar sus miedos más profundos y a luchar por la supervivencia en medio del caos y la desesperación. Desde la exploración de la moralidad y la ética hasta la resiliencia y el sacrificio humano, estas historias ofrecen una ventana a la complejidad y la profundidad de la experiencia humana.

Además, estas historias sirven como un reflejo amplificado de las preocupaciones contemporáneas de la sociedad. Temas como el cambio climático, la guerra nuclear, la pandemia y el avance tecnológico descontrolado encuentran su expresión en escenarios distópicos y visiones apocalípticas del futuro. No sólo nos invitan a reflexionar sobre los peligros y desafíos que enfrentamos como sociedad, sino que también nos obligan a confrontar las consecuencias de nuestras acciones y decisiones presentes.

En el libro The Environmental Imagination: Thoreau, Nature Writing, and the Formation of American Culture (1995), Buell examina cómo la literatura y la cultura reflejan y moldean las preocupaciones ambientales, y propone la noción de un "apocalipsis medioambiental" como una representación literaria y cultural del temor a la degradación y destrucción del medio ambiente.

Buell argumenta que la literatura y el arte contemporáneos a menudo presentan imágenes de un futuro distópico y devastado por la explotación descontrolada de los recursos naturales, el cambio climático, la contaminación y otras formas de degradación ambiental. Estas representaciones reflejan preocupaciones reales sobre la sostenibilidad del planeta y el impacto destructivo de las actividades humanas en el medio ambiente.

El concepto de "apocalipsis medioambiental" destaca la idea de que el deterioro ambiental podría llevar a consecuencias catastróficas para la humanidad y el planeta en su conjunto. A través de la literatura, el cine, el arte y otras formas de expresión cultural, se exploran los temores y las ansiedades asociadas con la crisis ambiental, así como las posibles formas de enfrentar y mitigar estas amenazas.

Este tipo de historias han sido más predominantes, según Alt (2023), después de la Segunda Guerra Mundial y el enfoque del apocalipsis nuclear, sin embargo, el foco sobre la responsabilidad humana se da desde los años 60 cuando el tono cambia de apocalipsis nuclear a medioambiental. La presente crisis ecológica es percibida, entonces, como un producto de la cultura humana (Mishra, 2016), en especial de la desarrollada tras los avances industriales pues está directamente relacionada con cómo nuestros sistemas éticos funcionan.

Un ejemplo de este tipo de literatura es Oryx y Crake, una novela de ficción especulativa publicada en 2003. Está ambientada en un mundo postapocalíptico, y sigue la historia de Muñeco de Nieve, superviviente de una pandemia provocada por el hombre que ha acabado con la mayor parte de la humanidad. La novela alterna entre la vida actual de Muñeco de Nieve, el último superviviente humano, y los recuerdos de su infancia y de los acontecimientos que condujeron a la pandemia, cuando todavía se le conocía como Jimmy.

A través de los recuerdos de Jimmy, aprendemos que creció en un mundo fuertemente controlado por corporaciones, y que su padre trabajaba para una empresa llamada “OrganInc”, que se dedicaba a la ingeniería genética y la biotecnología. De joven conoce a un chico llamado Glenn, que más adelante se hace llamar Crake. Este personaje se presenta como un genio muy involucrado en la biotecnología y la ingeniería genética, cada vez más desilusionado con la sociedad humana y sus problemas.

Crake asiste a una prestigiosa universidad, donde él empieza a ingeniarse un proyecto de investigación destinado a crear nuevas formas de vida que puedan sustituir a la humanidad. Jimmy asiste a una universidad que se centra en las artes, pasando a trabajar redactando textos publicitarios. Al final, Crake consigue crear una nueva especie, los "Crakers", diseñados para ser una forma de vida perfecta, pacífica y respetuosa con el medio ambiente.

Además de esto, trabaja en la creación de una pastilla llamada “BlyssPluss” que se comercializa como una cura frente a una sociedad cada vez más decadente, porque lo que hace en principio es suprimir las emociones negativas de la gente. En la novela se presenta como una de las formas en que la gente se ha desconectado de la realidad y de sus propias emociones.

Crake también está involucrado en “Paraíso”, un complejo turístico de lujo que se construye en una isla remota y se comercializa como una utopía. Es un lugar donde los ricos pueden escapar de los problemas del mundo y satisfacer todos sus deseos. El complejo está equipado con tecnología avanzada, como animales modificados genéticamente e inteligencia artificial, y se presenta como la máxima expresión del progreso y los logros humanos.

Sin embargo, tanto “BlyssPluss” como “Paraíso” tienen un lado oscuro. Se demuestra que el “BlyssPluss” es adictivo y capaz de causar graves efectos secundarios físicos y psicológicos. La droga está fuertemente implicada en la pandemia que aniquila a la mayor parte de la humanidad. Paraíso, por su parte, se revela como un lugar donde se cometen terribles crímenes y atrocidades, y está vinculado a los peligrosos y poco éticos experimentos científicos que lleva a cabo Crake.

Uno de los principales temas que se exploran en la novela es el de la naturaleza humana y su papel en la destrucción y creación de la humanidad. Este es un concepto que entendemos como aquello que nos hace seres humanos y que, según Aristóteles, existe independientemente de los individuos, por lo que estaríamos predeterminados a “desarrollarla” sin importar las condiciones en las que nazcamos o vivamos.

El ser humano es un producto de la naturaleza y la cultura, principalmente. La filósofa Kate Soper, desde una línea de filosofía ecologista, argumenta, en su libro What Is Nature?: Culture, Politics and the Non-Human (1995) que existe una paradoja entre la humanidad y la naturaleza, definiendo a esta como «aquello en lo que la Humanidad se encuentra y a lo que en cierto sentido pertenece, pero también aquello de lo que parece excluida en el mismo momento en que reflexiona sobre su alteridad o su pertenencia» (pp. 49). Para ella la naturaleza se opone a la cultura, a la historia, a lo producido artificialmente, cuestiones que hacen parte de la humanidad. Además, nos dice que existe una distancia entre la naturaleza y la cultura, en la que hay una devaluación del Otro, entendiendo al otro como todo lo que no es humano. Mishra (2016), por otro lado, la denomina como antropocéntrica, lo que sitúa a los humanos en la cima quienes, por nuestra capacidad de racionar racionales, tendemos a considerarnos por encima de cualquier otro organismo, dominando el entorno.

En este sentido, en Oryx y Crake se presenta un debate sobre la división de la cultura y la naturaleza y ella se cuestiona el cómo el medioambiente afecta a la naturaleza humana, y viceversa, puesto que es este el que impulsa a Crake en su deseo de crear un grupo de personas modificadas genéticamente, que nos recuerda un poco a Frankenstein.

La novela se ambienta en un apocalipsis fruto de los cambios que ha sufrido la tierra por cuestiones sociales, políticas, económicas y morales. La ciencia, entonces, se posiciona como la única fuerza capaz de solucionar los problemas que hay en el mundo. Estando atravesada por el capitalismo, vemos que hay una abundancia de grandes compañías científicas que producen fármacos para controlar enfermedades, para diseñar alimentos modificados genéticamente y para crear productos bioquímicos. A lo largo de la novela, también vemos que la ciencia representa el poder y se usa como una herramienta de control.

Es así como la imagen del científico se presenta de dos formas: por un lado, está el científico como dios que vemos representado, de forma tangencial, en el padre de Jimmy, que trabaja en “OrganInc Farm” y está involucrado en la creación de los cerdones, unos cerdos modificados genéticamente que han sido diseñados para cultivar órganos humanos para trasplantes. En este lugar también se crean híbridos de otros animales, como mofaches (mapaches-mofetas), serpiatas (ratas-serpientes) o loberros (lobos-perros) y lo hacen simplemente porque pueden, porque les divierte, para crear “mascotas”, no porque haya una necesidad científica. Lo que es irónico porque estos híbridos después se escapan a la naturaleza, eliminan gran parte de los animales naturales, tomando su lugar en el mundo. Crake, es también una referencia importante dentro de esta categoría, pues se ha impuesto la misión de salvar a la tierra destruyendo a la humanidad y creando una raza más capacitada para vivir en ella.

Por el otro lado, nos encontramos al científico en lo alto de la pirámide social. En la novela se muestra una clara división social, sobre todo representada en los espacios pues los científicos trabajan y viven en complejos cerrados, seguros, limpios, sin contaminación—un lugar ideal para vivir. En contraposición los “otros”, los no intelectuales, la gente del común, viven en zonas peligrosas, llamadas “plebillas”, llenas de enfermedad, basura, crimen y prostitución, contaminadas por el smog de las fábricas, un lugar donde «aparte de la compraventa, no había vida intelectual» (Atwood, 2004, pp. 228) En estas representaciones se muestra una dicotomía que resulta ser falsa porque se revela que estos complejos científicos representan prisiones de donde la gente no puede escapar y el mismo Jimmy admite que la vida en las “plebillas” podía ser algo que «resultaba misterioso y emocionante» (pp. 229), sujeto al cambio y a lo inesperado, a la libertad, etc.

Margaret Atwood crea una distopía en la que los cambios medioambientales le permiten cuestionar la naturaleza humana y como ésta, irónicamente, se presenta tanto como la destructora de la humanidad como su salvadora. Eso lo vemos representando en el trabajo de Crake en lo que él llama el proyecto Paraíso y donde se nos muestra con total claridad la noción del científico como dios.

Crake diseña a humanos genéticamente modificados, los "Crakers", en los que elimina lo que él cree que son las razones por las que el ser humano destruye el mundo en el que vive. Los "Crakers", entonces son una raza incapaz de replicar el progreso de la humanidad, porque son incapaces de sentir emociones, de amar, de imaginar o de crear, por lo que nunca serían capaces de destruir el planeta, en teoría. Modifica sus cerebros para que no puedan reproducir ciertas características que él considera que son responsables de cosas como el racismo, la jerarquización, la brecha entre ricos y pobres, la sexualidad, la codicia, o la capacidad de crear religiones.

Los hace ciegos a las diferencias raciales, los programa para no matar, para que tengan cierta capacidad de autoregeneración, para que vivan de las plantas y no coman carne, y también los diseña para que el control de la población esté restringido, teniendo celos, como los de los perros, de forma muy esporádica. Es una creación muy cercana a la naturaleza, pero diseñada en un laboratorio.

La utopía de Crake está ligada a cierta consciencia ecológica, en la que la sociedad no tiene acceso a la industria, a la tecnología; no hay conflictos, superpoblación, polución o degradación del medio ambiente. Hasta este punto, nos da la impresión de ser una idea con mérito, pues se propone salvar a la tierra, pero esto se desmorona cuando se analiza el cómo se hace. Crake logra crear una forma evolucionada de un ser humano que no va a destruir al planeta y le va a dar tiempo a este de sanarse, pero primero tiene que deshacerse de los humanos actuales y para eso diseña “BlyssPluss”, una pastilla que protege contra enfermedades de transmisión sexual, aumenta la libido y prolonga la juventud, pero también contiene un químico que esteriliza a los humanos de forma permanente, aunque la gente no sabe eso, tampoco saben que la pastilla está contaminada con el Virus Extraordinario Ultra Rápido (VEUR), un virus que te mata rápidamente y que después de liberado puede viajar por el aire y el agua, teniendo la capacidad de llegar a cualquier parte del mundo y matar a todos los seres humanos. El deseo de Crake de una utopía ecológica se convierte, entonces, en un acto bioterrorista.

Crake cree que la imaginación es la principal responsable de la destrucción humana:


«“Cuidado con el arte—advertía Crake—. Si empiezan a crear arte, se avecinan problemas”. El pensamiento simbólico de cualquier tipo representaba un indicio de decadencia, según él. De ahí pasarían a inventar ídolos, ritos y objetos funerarios, vida después de la vida, y pecado, y reyes, y esclavitud y guerra» (Atwood, 2004, pp. 415).

La ciencia y la filosofía han establecido, o quizá teorizado porque nuevos descubrimientos antropológicos ya lo ponen en dudan, que nuestra capacidad de crear cultura es lo que nos separa de los animales no humanos y de reflexionar sobre las características de la naturaleza y la humanidad. El rechazo de Crake a la cultura es un rechazo a esa parte que nos hace humanos:


«Cuando de las civilizaciones no quedan más que las cenizas (…) el arte es lo único que perdura. Las imágenes, las palabras, la música. Las estructuras imaginativas. El sentido (el sentido humano, vaya), se define en virtud de ellas» (Atwood, 2004, pp. 187).

Crake se mofa de esto que Jimmy le dice, como si la imaginación fuera un chiste, como si no fuera una parte importante de nuestro desarrollo en términos tecnológicos. Esta visión puede interpretarse como una consecuencia de la sociedad en la que él vive, porque la ciencia tiene mucho más prestigio que otras formas de ganarse la vida. Por ejemplo, Crake es un científico renombrado mientras que Jimmy, que estudió arte, apenas y hace dinero trabajando en publicidad.

Crake, aunque elimina la capacidad de la creatividad y la expresión artística de los "Crakers", sigue estando sujeto a los mismos rasgos que quiere eliminar porque es un ser humano y termina cometiendo el error de hacer que Jimmy sea inmune al virus y deja a los Crackers bajo su cuidado, por sentimentalismo, quizás, porque Jimmy era su mejor amigo, pero arruinó su plan porque Jimmy, que no es una persona analítica sino más llevada a lo sensible, a lo artístico, logra que los "Crakers" desarrollen una noción de creatividad y de pensamiento simbólico.

Primero porque como no es capaz de responder a las preguntas de los "Crakers" de forma científica, empieza a usar la ficción y la mitología crea una narrativa en la que hace de Crake su dios, su creador, empieza a explicar cómo funcionaba el mundo antes y cómo se compara con el de ahora, pero lo hace de forma simbólica. Y eso va afectando tanto el cerebro de los "Crakers" que en un punto hasta desarrollan la capacidad de adoración, cuando crean una efigie de Jimmy y la veneran poniéndole flores y cantando su nombre.

El futuro de la humanidad es incierto, ya que a Jimmy le preocupa que no sepan leer, que no tengan la capacidad de reflexionar sobre sí mismos o que el lenguaje se reduzca a una expresión mínima. Sin embargo, aun cuando los miedos de Jimmy son fundados, en el transcurso de la novela y su interacción con los "Crakers", se dan pistas de cierto tipo de evolución desde el cascarón vacío que Crake crea hasta una noción primitiva de lo mitológico y esta es una evolución que se está dando de una forma similar a cómo lo hacían los humanos que estaban antes de ellos, lo que es una total ironía si se tiene en cuenta que fueron diseñados para ser distintos a estos. Volvemos con esto a la premisa de Aristóteles, que la naturaleza humana es innata, que como seres humanos estamos “predestinados” a desarrollarla sin importar qué y que por lo tanto el final de la novela se presenta como un nuevo inicio (DiMarco, 2005).

Así mismo, se puede sugerir en la novela la existencia de un círculo vicioso, en el que, a partir de la falta de ética en el sistema de desarrollo tecnológico y del antropocentrismo, se tiende a destruir tanto nuestro entorno como a nosotros mismos, sólo para sobrevivir de alguna forma y volver a repetir el proceso.

A modo de conclusión, no podemos más que mencionar que la ciencia ficción ha sido un terreno fértil para explorar los límites de la imaginación humana y reflexionar sobre los desafíos y posibilidades del futuro. El tema del apocalipsis, arraigado en la cultura y la religión, ha evolucionado en la literatura para reflejar las ansiedades y preocupaciones contemporáneas de la sociedad.

Desde sus orígenes míticos y religiosos hasta su expresión moderna y secular, el apocalipsis en la ciencia ficción ofrece un vasto panorama narrativo que aborda temas universales y actuales. A través de narrativas apocalípticas, exploramos la condición humana en situaciones extremas, enfrentando temores profundos y confrontando las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.

La literatura, el cine y otras formas de expresión cultural nos invitan a reflexionar sobre los peligros y desafíos que enfrentamos como sociedad, así como a considerar las posibles formas de enfrentar y mitigar estas amenazas. La noción de un "apocalipsis medioambiental" destaca la importancia de la conciencia ecológica en la ficción, señalando el impacto destructivo de las actividades humanas en el medio ambiente y las posibles consecuencias catastróficas para la humanidad y el planeta. El apocalipsis en la ciencia ficción no sólo nos ofrece entretenimiento, sino que también nos desafía a reflexionar sobre nuestro mundo y nuestro futuro.


Referencias

Alt, S. (2023). Environmental apocalypse and space: the lost dimension of the end of the world. Environmental Politics, 32(5), 903-922 https://doi.org/10.1080/09644016.2022.2146935

Atwood, M. (2004). Oryx y Crake. ADULTOS ANTIGUO.

Buell, L. (1995). The Environmental Imagination: Thoreau, Nature Writing, and the Formation of American Culture. Belknap Press of Harvard University Press

Cascio, J. (2019). The apocalypse: It’s not the end of the world. Bulletin of the Atomic Scientists, 75(6), 269–272. https://doi.org/10.1080/00963402.2019.1680047

DiMarco, D. (2005). Paradice Lost, Paradise Regained: homo faber and the Makings of a New Beginning in Oryx and Crake. Papers on Language and Literature, 41, 170–195.

Mishra, S. K. (2016). Ecocriticism: A Study of Environmental Issues in Literature. BRICS Journal of Educational Research, 6(4),168-170.

Soper, K. (1995). What is nature?: Culture, politics, and the non-human. Blackwell.

Skult, P. (2019). The End of the World as We Know It: Theoretical Perspectives on Apocalyptic Science Fiction. Åbo Akademi University Press. War, T. A. (2011). Apocalypse then and now. The Criterion, 2(1), 1-8. https://the-criterion.com/V2/n1/Tasleem.pdf