A Frank, de Milena: Viena, 13 de junio de 1920
Valerie H.
Este fue un ejercicio creativo realizado en clase tras la lectura de Cartas a Milena (2015), del escritor checo Franz Kafka. El objetivo era redactar una carta en respuesta a alguna del autor desde la perspectiva de su recipiente, la escritora y periodista checa Milena Jesenská. Las misivas de esta hacia Kafka fueron destruidas durante la Segunda Guerra Mundial, lo que constituye un terreno fértil para la imaginación. Mi propuesta responde a la segunda carta enviada por Franz el sábado 12 de junio de 1920, aunque puede ser también leída teniendo en cuenta la escrita el 13 de junio de 1920.
Viena, 13 de junio de 1920
Frank:
Siento que responder al azar es una delicia. No me molesta no saber cuál carta viene primero y cuál va después. Sus respuestas nunca son lineales; saltan de aquí para allá con anécdotas y reflexiones en el aire, retazos de historias oídas a través de ventanas abiertas. Merano no debe ser callado, me imagino, ni siquiera en las noches cuando se supone todos duermen. No sé si tiemblo cuando leo sus cartas, lo que sí es que a veces las disfruto y a veces me enfurecen. Es como estar parada sobre una balanza sin tener certeza de dónde se ubicará el siguiente peso.
Me alegra que pueda entender mi checo, deberíamos escribirnos más usándolo. Aunque el alemán se me da bien para leer y escribir, no estoy segura de si puedo comunicar las minucias del lenguaje en un idioma que no es el mío de nacimiento, pero con tal de que me entienda, me doy por satisfecha.
Aún sigo queriendo verte (y mira que a veces puedo tutearte, aquí va una vez más), cuándo no quiero hacerlo. Es usted quien se empeña en decir que no y en no desvelar las verdaderas razones, aunque me doy cuenta que el miedo hace parte de ellas. Puede ser cierto que no le conozco y por esa misma lógica entonces tampoco debería conocerme, pero yo he sido honesta y también muy directa. Sabe de mi marido, de mis quebrantos de salud (tantos y tan seguidos, hasta creo que me van a vencer), de mis problemas monetarios, de la casa en la que vivo, de mi día a día. No presumo conocerle del todo, pero gran parte de lo que es usted lo refleja en sus cartas y sus libros, en pensamientos inconexos, fragmentos al azar.
¿Por qué me ha contado tan terrible historia? ¿Quiere que la considere como una premonición o quizás una lección de vida? Si lo que pretende es asustarme para que deje de insistir en que venga a Viena, entonces se está equivocando. Dejar a Ernst está fuera de toda discusión (y es terrible que me compare con Jarmila, no creo que sea capaz de empujar a mi marido al suicidio), abandonar Viena e irme a vivir a Praga es algo que me resulta imposible.
No me gusta que ponga mi edad sobre la mesa. Si soy muy joven para que nos veamos, entonces, ¿para qué insistir en esta correspondencia? Mi edad no desaparece por arte de magia porque nos hablemos a través del papel, sigue siendo una realidad tan clara como que le da miedo vernos los rostros en las mismas cuatro paredes (qué idea tan absurda esa de temerle al contacto físico).
Tus bromas a veces no dan risa (una vez más te tuteo y no por placer), quizá porque como lo dices sólo las entiendes tú, “judíos buenos” hay en todas partes, conforman la mayoría, si no es que todos, y eso ni tú lo puedes negar. Basta, no quiero hablar más de este tema, el sermón ya te lo he dado.
Milena
Referencias
Kafka, F. (2015). Cartas a Milena. (Trad. C. Gauger). Alianza. (Trabajo original publicado en 1952)