La figura de Calisto como representación de la “anti” caballería medieval literaria


Valerie H.


La Tragicomedia de Calisto y Melibea[1], vista como una sátira de la sociedad de finales del siglo XV, está muy lejos de acomodarse a los valores que la medievalidad inculcaba. Como tal, no puede ser entendida como una novela de caballería, sino como una historia con fines moralizantes, que retrata los inicios del Renacimiento, y sobre todo las diferencias de clase. Sin embargo, y dado que, históricamente, no se puede dibujar una línea concreta que divida los valores de una época y otra, resulta importante analizar, desde el ideal literario, los cambios e interpretaciones que se dan desde la medievalidad dentro del contexto de esta historia. En particular, se busca observar la codificación de Calisto, como un posible antirreflejo de un caballero medieval porque, aunque no se refiere así mismo de esta forma: “assí se glorifica en le oír como tú cuando dizen: «Diestro cavallero es Calisto»” (Rojas 34).

Lobato Osorio, en su artículo Los tres ejes de comportamiento del caballero literario medieval: hacia un modelo genérico, plantea la idea de que la caracterización del caballero medieval parte de unos modelos sociales e ideológicos extraliterarios idealizados y del género en el que se inserta, construyendo así un arquetipo que lo hace identificable para el público que lo lee. Estos rasgos pueden resumirse en tres ejes: “la guerra como actividad principal del caballero, la cortesía como manifestación de su nobleza y la religiosidad como parte de la ideología feudal.” (70).

La codificación del caballero durante el auge del amor cortés desplaza la guerra como foco principal y se concentra “en conseguir honra y fama en la corte, conquistar el amor de una dama y… sostener los valores del grupo al que pertenece” (74) a través de la búsqueda de aventuras que le ayudan, en última instancia, a ascender socialmente.


“Armaos vosotros, y assí iremos a buen recaudo” [2]

Dentro del contexto social dado a finales de la Edad Media, y conforme se va consolidando la burguesía, la distinción entre ricos y pobres se hace más grande, las funciones y deberes sociales entre ambos grupos cambian y se va consolidando una clase social alta que Webber denomina como los “ociosos honorables”, aquellos que debido a la posición significativa de riqueza y poder que les permite darse el lujo de no tener que trabajar y pasar su vida disfrutando de placeres que se podían costear. Es importante recordar que, en el medioevo, el estatus de noble conllevaba la obligación de la guerra y la protección de sus siervos porque eran quienes producían la riqueza, estas acciones eran las que los eximia del trabajo manual, una condición que era sinónimo con la superioridad social, producían reputación y honor. Pero para el contexto que proporciona La Celestina, ya se ha dado un desplazamiento de la forma en la que estos se conseguían, de las armas al dinero. Los nuevos ricos, entonces, ostentaban su clase social a través del derroche y actividades de ocio, como la caza, los torneos e incluso el amor y la cultura (Maravall 34).

Calisto es el vivo representante de esta nueva clase de “ociosos honorables". La obra no da ninguna alusión a su vida militar, y se da un énfasis especial a la vida ostentosa que lleva, la caza, el juego, los caballos y la importancia que da a su vestimenta durante toda la historia. No hay mención de la guerra o del uso de armas por parte de Calisto más allá de la caza de aves. Tampoco se implica que exista una búsqueda del mejoramiento de la condición social porque ya pertenece a un buen linaje, como se nos recuerda en varios episodios refiriéndose tanto a él como a Melibea: “Calisto es cavallero, Melibea hijadalgo. Assí que los nascidos por linaje escogidos, búscanse unos a otros” (Rojas 121).


“Melibeo só y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo” [3]

En el ámbito del amor cortés, Calisto es visto, generalmente, como un personaje paródico. Recordemos que el amor cortés se perfila como un juego, una idealización del amor con el objetivo de refinar el comportamiento en la corte y, por ende, el del caballero. Entonces, se presenta una imagen de un guerrero valiente que, en orden de “encajar con la vida más relajada del castillo” (Lobato Osorio 78), debe ser educado, gentil y amable. Al mismo tiempo, el contacto con la dama y el florecimiento del amor, también influyen en los cambios que el caballero sufre y sus acciones suelen estar determinadas por el amor hacia la dama (82). Este tipo de amor pasa por ciertas fases antes de la consumación sexual, aunque en la novela sentimental española, introducida en el siglo XV, el sexo y el matrimonio eran “generalmente excluidos del amor cortés ideal; por esta razón, la frustración será un sentimiento común en los amantes” (Berecochea 17) y el no poder estar juntos los lleva a un final trágico.

Desde la primera vez que Calisto y Melibea interactúan, podemos observar como él no sigue el código amoroso, presentándose como un hombre osado, exponiendo su amor de forma abierta, sin ejercer cautela o la espera que usualmente se presentaba. Después de su primera fallida declaración de amor se siente su angustia, pero también es claro que su intención, desde un inicio, es la de consumar el acto sexual. Calisto se siente atraído por la belleza física de Melibea más que por su personalidad o por el prospecto de un amor más casto. Su acto de sufrimiento también parece irreal pues en medio de su exaltación de Melibea, y tras una burla de Sempronio, Calisto se ríe, es incapaz de mantenerse dentro del prototipo de amante cortés que nunca se reiría en medio de una situación como esa y que tampoco tendría en cuenta únicamente el interés por una relación sexual.

A este respecto, cabe mencionar que Calisto no respeta tampoco la regla que habla de mantener la identidad de su amada en secreto para proteger su honra, es más fuerte su deseo de estar con ella. No tiene reparos en contarle a sus criados que es por Melibea por quien suspira, ni tampoco a Celestina, que a su vez se lo comenta a otras personas, haciendo de la situación de los dos un chiste compartido por todos. Tampoco piensa en casarse con ella, quizás porque el prospecto de un amor clandestino le parece más atractivo.

Una de las razones por las que se puede cuestionar el carácter de Calisto como el de un amante cortés radica en el hecho de que usa los servicios de Celestina para conseguir el amor de Melibea. De acuerdo a los valores que plantea el arquetipo, el caballero debe hacer uso de sus hazañas en batalla, de su comportamiento decoroso, de la profundidad de sus sentimientos, para intentar conseguir el amor de su amada. Calisto se basa en artimañas, y en la brujería, de forma consciente, para lograr esto.

Otra cuestión a considerar es que el amor de Melibea, en lugar de provocar el ennoblecimiento de Calisto, lo que hace es enceguecer, hasta el punto de no ser consciente de lo que pasa a su alrededor. No logra superarse frente a otros hombres y en muchas ocasiones, resulta siendo ridiculizado por sus criados: “Trabajo tengo con mi amo si es salido fuera. No será, que no es acostumbrado; pero, como agora no anda en su seso, no me maravillo que aya pervertido su costumbre” (Rojas 110), le dice Pármeno a Sempronio.

Finalmente, es preciso comentar que, si bien ambos mueren, el destino trágico de Calisto no se debe a su amor por Melibea, sino a su deseo de salvar a sus nuevos criados lo que lo llevó a caer por unas escalas. Fue un accidente que lo único que hizo fue ridiculizar más a su persona.


«Arma del diablo, cabeça de pecado, destruición de paraíso” [4]

El modelo del caballero literario está marcado por la religión debido, principalmente, a que la intención detrás de estas historias es la moralización. Así, los rasgos característicos se podían resumir en “la devoción, la piedad, el auxilio a los necesitados y la obediencia a la Iglesia y sus representantes” (Lobato Osorio 85), así como la castidad, por considerarse al amor un pecado.

Teniendo en cuenta esto, se puede decir que, aunque Calisto vaya a misa y pretenda ante la sociedad que es buen cristiano, esa imagen está lejos de la realidad, porque es un hombre capaz de blasfemar al poner su devoción a Melibea por encima de la de su Dios, además de hacer uso de los servicios de Celestina, quien claramente es una bruja.

También hay que mencionar que la relación con sus criados no es la mejor, pero teniendo en cuenta el contexto en el que vive, en el que la fidelidad entre señor y siervo se percibe sólo como una transacción comercial, no resulta extraño entonces que haya una desconexión entre ambas partes, que los criados no tengan reparos en aprovecharse de Calisto y su dilema amoroso o que a este le dé igual el destino al que se enfrentan, pues como dice Celestina: “Estos señores deste tiempo más aman a sí que a los suyos, y no yerran… Perdidas son las mercedes, las manificencias, los actos nobles. Cada uno destos cativan y mezquinamente procuran su interesse con los suyos; pues aquellos no deven menos hazer, como sean en facultades menores, sino bivir a su ley” (Rojas 42).


A modo de conclusión

Es evidente que, a través de la comparación con la codificación del ideal del caballero medieval, se puede decir que Calisto no es uno, resultaría anacrónico incluso el tratar de afirmarlo, lo que es irónico considerando que una de las mejores novelas de caballería aun tardaría más de un siglo en ser escrita. Sin embargo, hay que tener en cuenta no sólo la falta del elemento maravilloso que caracteriza a esta obra, sino también el momento histórico en que se inserta, en el cual el desarrollo pleno de la burguesía, la consolidación de los nuevos ricos y la forma en la que se percibía la sociedad estaba en plena transformación, dando paso a la necesidad de retratar personajes más cercanos a la realidad. Calisto no representa al caballero medieval literario, pero aun así bebe de esa tradición, subvirtiéndola para demostrar que la sociedad estaba lejos de ser una representación de un ideal que se quería perpetuar.


Notas finales

[1] En el artículo se hace uso tanto de este título como el de La Celestina de forma intercambiable.

[2] Rojas, pág. 146.

[3] Rojas, pág. 25

[4] Rojas, pág. 28.


Referencias

Berecochea, Ximena. “Calisto: ruptura con la tipificación de un amante ideal”. Divergencias. Revista de estudios lingüísticos y literarios, vol. 8, no. 2, 2010, págs. 16-27. ttps://divergencias.arizona.edu/wp-content/uploads/sites/37/2022/10/BerecocheaCalisto.pdf. Accedido el 22 de febrero de 2023.

Maravall, José Antonio. “El mundo social de «La Celestina»”. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. https://www.cervantesvirtual.com/obra/el-mundo-social-de-la-celestina--0/. Accedido el 21 de febrero de 2023.

Rojas, Fernando de. Tragicomedia de Calisto y Melibea (La Celestina), Luis Canet, José (ed.). Universitat de València, 2020.

Lobato Osorio, Lucila. “Los tres ejes de comportamiento del caballero literario medieval: hacia un modelo genérico.” Tirant, no. 11, 2008, págs. 67-88. http://hdl.handle.net/10550/37700. Accedido el 21 de febrero de 2023.