Breve análisis de autoras latinoamericanas y su relación con el feminismo
Valerie H.
El feminismo como movimiento en latinoamérica ha implicado distintas luchas constituidas como grupos de derechos que cada generación ha considerado como esenciales. Cada ola del feminismo ha construido sus banderas sobre el terreno ya ganado por sus antecesoras, pero a pesar de abogar por los intereses de la mujer, muchas no parecen estar interesadas en militar en el movimiento.
Existen instancias en las que mujeres que mantienen actitudes y creencias feministas optan por no identificarse explícitamente como feministas. Las razones pueden ir desde el desconocimiento de la historia y los objetivos del feminismo, lo que las lleva a no comprender completamente el alcance y la importancia del movimiento, pasando por el temor a ser juzgadas o estigmatizadas si se autodenominan feministas, ya sea porque sienten que serán percibidas como radicales, agresivas o anti-hombres o porque a pesar de estar comprometidas con la igualdad de género no se sienten cómodas con el lenguaje específico del movimiento o incluso pueden estar más enfocadas en otras luchas sociales, como la raza, la orientación sexual o la clase social. Pueden sentir que identificarse como feministas podría eclipsar estas otras identidades o luchas, lo que lleva a una elección consciente de no usar el término.
Este ensayo pretende construir un mapa generacional de mujeres escritoras latinoamericanas que representaron en sus obras preocupaciones feministas y cuestionamientos de género y, sin embargo, nunca se declararon a favor del feminismo. La inquietud reflejada en esta premisa nace de esta contradicción encontrada a lo largo del curso en distintas autoras, pertenecientes a distintos periodos históricos.
Así, se intenta pintar una travesía a través del pensamiento de Gabriela Mistral, Marvel Moreno y Camila Sosa Villada en la que se ponen de relieve elementos que refieren a la evolución de la concepción femenina en un discurso en constante cambio sobre género y equidad. Aunque estas autoras pertenecen a diferentes épocas y contextos, comparten una sensibilidad hacia las desigualdades de género y la lucha por la liberación de las mujeres en una sociedad dominada por estructuras patriarcales.
La primera ola del feminismo, personificada por Gabriela Mistral, trajo consigo una urgencia por la educación y la emancipación de las mujeres en una época donde sus voces eran a menudo silenciadas. Mistral no sólo abogaba por la instrucción intelectual, sino también por el reconocimiento del valor intrínseco del trabajo femenino (Mistral, 1992). Su enfoque en la maternidad y la educación como pilares de empoderamiento allanó el camino para posteriores conversaciones sobre la diversidad de roles que las mujeres pueden desempeñar en la sociedad. Ella reconocía la importancia del trabajo doméstico y maternal y no los consideraba como labores inferiores, sino como esenciales para el mantenimiento de la sociedad, llegando incluso a proponer una valorización adecuada de este trabajo y la garantía de que las mujeres no fueran relegadas únicamente a estos roles.
Así mismo, Mistral cuestionaba las normas de género tradicionales que limitaban el potencial de las mujeres y las confinaban a roles predefinidos. Defendía la idea de que las mujeres debían tener la libertad de perseguir sus intereses y ambiciones, ya sea en el ámbito artístico, intelectual o profesional.
Sin embargo, a veces expresaba puntos de vista que reflejaban el contexto conservador de su época. En algunos de sus escritos, Mistral sostenía opiniones sobre la naturaleza "esencial" y "maternal" de las mujeres (Prada Ortiz, 2010), lo que podría interpretarse como una justificación de ciertos roles tradicionales de género. Esta perspectiva puede llegar contradecir la noción feminista de que las mujeres deben tener la libertad de elegir sus roles y no ser definidas por estereotipos preestablecidos.
Su postura frente al feminismo de su época se tornaba hostil, llegando incluso a cuestionar su validez y tildandolo más performativo que comprometido socialmente con las mujeres de clases bajas como expresaba en Organización de las mujeres (1925):
A pesar de ello, sus convicciones y actividades políticas en apoyo de las mujeres de estratos sociales más frágiles concuerdan con sus valores de libertad y equidad, al igual que su enfoque revolucionario en la educación. Ella demostró ser una pensadora independiente que tuvo el honor de difundir ideas progresistas, nutriéndose de los más nobles ideales de la época en la que llevó a cabo su trayectoria intelectual.
Marvel Moreno, por su parte, tejió historias de mujeres que enfrentaban opresiones sistémicas en una sociedad convulsa. Sus narrativas ofrecen una exploración profunda de la identidad femenina y cuestionan las normas de género impuestas. Estas se presentan paralelas a la segunda ola del feminismo que tomó la lucha por la igualdad un paso más allá al cuestionar directamente las estructuras patriarcales y la sexualidad impuesta. A través de sus personajes, Moreno pintó un retrato crudo y valiente de las experiencias de las mujeres, desafiando los estereotipos y tabúes que rodean la sexualidad y la maternidad, desafiando la objetificación del cuerpo femenino y promoviendo la autodeterminación. Su énfasis en la autonomía individual y en las relaciones entre mujeres subraya la importancia de la sororidad en la lucha por la igualdad y el reconocimiento de la diversidad de las experiencias femeninas, probándose como herramientas esenciales en la búsqueda de la igualdad y la justicia.
Según su editor, Fabio Rodriguez Amaya, no había una relación directa del movimiento feminista con Marvel Moreno. Aún así, su narrativa goza de una perspectiva social empapada de los conflictos femeninos. En sus cuentos, también se introducen a personajes masculinos que a menudo perpetúan actitudes machistas y controladoras. Estos retratos pueden considerarse contradictorios en el contexto de una lucha feminista que busca transformar las relaciones de poder y eliminar la opresión de género en todas sus formas. Sin embargo, Moreno opta por representar esta problemática de manera recurrente y circular, retratándola como una parte intrínseca de la cultura patriarcal. Esto impacta no solo a las familias de élite en Barranquilla, sino también a toda la sociedad, donde las distintas manifestaciones de violencia se renuevan de una generación a otra. En sus cuentos emerge un grupo de personajes femeninos rebeldes ante la dominación masculina, quienes desafían los roles y los estereotipos de género. A través de su narrativa, Moreno insinúa la aspiración a un ideal y una utopía: un mundo exento de violencia de género.
Por lo menos en Ciruelas para Tomasa se hace una caracterización de mujeres entendidas, iluminadas, con gran capacidad de reflexión y crítica. Mujeres que “sabían por donde le entraba el agua al coco, descendientes de una abuela capaz de instalar sus lares en esta tierra de olvido porque la Inquisición había llegado a Cartagena” (Moreno, 2021) y se hace presente un vínculo de sororidad que se extiende por todas las clases sociales, pues para la autora, el gran enemigo de la mujer es el poder ejercido por encima del amor.
A diferencia de Mistral y de Sosa, que se tratará a continuación, no quedan claras las razones por las que Moreno no haya militado en el feminismo. Quizá por convicción personal, falta de tiempo u oportunidades, quizá había un desinterés en, pero lo cierto es que no existe una desconexión entre sus actitudes feministas y el entendimiento del machismo que abundaba en el fondo de la sociedad de su época y eso se ve reflejado en su obra literaria.
Camila Sosa Villada, viviendo en la época de la llamada tercera ola del feminismo, continúa el legado con una exploración profunda de la identidad y la resistencia trans femenina. Sus personajes desafían las normas sociales y buscan el reconocimiento de su identidad como mujeres en medio de un entorno patriarcal, transfóbico y hostil.
Con estas palabras, Sosa Villada aborda la interseccionalidad de las opresiones, reconociendo que las experiencias de las mujeres son moldeadas no sólo por la raza, la clase y la orientación sexual, si no también por la identidad de género. Al explorar temas como la sexualidad, el género y la maternidad desde múltiples perspectivas, Sosa Villada subraya la complejidad de la vida de las mujeres trans y su lucha por ser visibilizadas y escuchadas.
Si bien en su obra Las malas no se presenta una denuncia hacia el feminismo y en sí, la misma puede considerarse feminista desde lo interseccional, la autora ha pronunciado su descontento y desconexión con el movimiento como tal debido a la proliferación del feminismo transexcluyente. No parece que el movimiento como tal le moleste, pero si la idea de que ciertas mujeres están dispuestas a cerrarle la puerta. No quiere alejarse de una comunidad que luche por sus derechos, pero está más centrada en la lucha trans “porque nosotras las travestis tenemos muchas cosas que hablar todavía. El feminismo es una distracción para nosotras. Hagamos teoría nosotras, sin el feminismo, sin sus lecturas.” (Gutierrez, 2022).
Todos estos hechos, nos llevan a considerar que estas contradicciones no invalidan el valor de las obras de estas autoras ni su contribución a la discusión feminista. Más bien, demuestran la complejidad y la evolución del pensamiento y cómo incluso dentro del marco del feminismo, las perspectivas individuales pueden variar y reflejar las influencias culturales y sociales de su tiempo.
A través de las décadas y las olas del feminismo, estas autoras han tejido una red literaria que resalta las voces y las experiencias de las mujeres. Su enfoque en la educación, la autonomía, la sororidad y la resistencia refleja las preocupaciones fundamentales del feminismo en América Latina. Aunque pueden no haberse autodenominado feministas en su época, sus obras son un testimonio elocuente de la lucha constante por la igualdad de género y la búsqueda de un mundo donde todas las voces femeninas sean escuchadas y valoradas.
Resolver esta inquietud ha supuesto un proceso largo de reflexión que ha culminado en una respuesta que a veces puede resultar insuficiente, pero en última instancia, el ejercicio de analizar estas contradicciones en el pensamiento de Mistral, Moreno y Sosa Villada en concreto, permitió identificar una visión más matizada y crítica de cómo el feminismo se ha manifestado en la literatura y cómo las autoras no sólo abordaron y desafiaron las normas de género en sus respectivos contextos históricos y culturales, sino cómo aún continúan haciéndolo.
Referencias
Gutierrez, B. (16 de junio del 2022). Camila Sosa: "El feminismo es una distracción para nosotras las travestis". El Periódico de España. https://www.epe.es/es/abril/20220616/camila-sosa-feminismo-distraccion-travestis-13860828.
Mistral, G. (1925). Organización de las mujeres. El Mercurio. [Archivado en https://lapollera.cl/organizacion-mujeres-gabriela-mistral/].
Mistral, G. (1992). La instrucción de la mujer. En Zegers, P. P. (Comp.). Gabriela Mistral en La Voz del Elqui (pp. 43-45). Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
Moreno, M. (2021). Nueve cuentos de Marvel Moreno (3era ed.). Comfama y Metro de Medellín.
Prada Ortiz, G. (2010). La educación y el feminismo en el pensamiento de Gabriela Mistral. Ístmica, n° 13. Universidad Nacional de Costa Rica, 2010. 55-64. https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/istmica/article/view/2140.
Sosa Villada, C. (2019). Las malas. Tusquets Editores.
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